Los paisajes de la tundra pertenecen a regiones del planeta con temperaturas muy bajas, donde la vegetación arbórea no crece. En gran parte porque el suelo es poco fértil, pero también el viento azota con fuerza y la lluvia es escasa. Aun así la vida existe en estos remotos lugares, los paisajes parecen sacados de un mundo congelado que es contrastado por cientos de colores en épocas del verano.
En su mayoría la fauna que habita la tundra ha tenido que adaptarse a las condiciones extremas, construyen madrigueras o tienen gruesas capas de piel. Muchos de ellos emigran miles de kilómetros para buscar mejores climas en invierno.
Durante el verano las plantas empiezan una carrera contra el tiempo para germinar, crecer, florecer y fructificar antes de que llegue el invierno.